Cuando llegamos a Noja, todos mis compañeros y mi entrenador, dijeron que era una idea excelente.
Purpurina se puso de portera y Mariposa jugó de delantera. Nada más empezar el partido, me hicieron un penalti, que lo tiró Mariposa y lo metió.
En el descanso fuimos a la caseta, ganando uno a cero y todos estábamos muy contentos.
Después de recuperarnos, salimos a darlo todo, y cuando quedaban tres minutos, hicimos un penalti, todos nos pusimos muy nerviosos, pero... ¡menos mal que estaba Purpurina en la portería! Paró el penalti y todos fuimos a abrazarla. A la vuelta de partido, en el coche, no volvíamos en silencio, sino cantando:"campeones, campeones, oe, oe, oe" y mi padre nos puso "We are the champions".
Lo más importante de todo no fue ganar el partido, sino que cuando llegué a mi barrio, les conté a los niños que no las habían dejado jugar, el partidazo que habían disputado, y esa tarde, todos aprendimos una gran lección:
"No hay que discriminar a nadie por su tamaño, edad, color y ser diferente a los demás"
SERGIO CICERO LIAÑO -3ºA-
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